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Expertos destacaron las ventajas de invertir en Uruguay en foro de CFA Society New York

El manejo de la crisis sanitaria por el coronavirus posiciona a la economía local en un lugar de privilegio en la región para captar capitales del exterior.

La fortaleza que demostró Uruguay para afrontar con éxito el combate a la pandemia del coronavirus (COVID-19) y la capitalización de ese logro como un diferencial para atraer inversiones fue el centro de la disertación internacional de tres expertos en finanzas uruguayos que participaron del evento “LatAm & Caribbean Asset Owner Series Virtual Summit 2020”, organizado por CFA Society New York.

El capítulo uruguayo del panel internacional titulado “Nuevas oportunidades de inversión en Uruguay” tuvo como protagonistas a Juan Siutto, director de Finanzas del Banco de Seguros del Estado (BSE); Santiago Hernández, gerente de Inversiones de AFAP SURA; y Fabián Ibarburu, gerente General de CAF-AM Uruguay, que presentaron “tres miradas diferentes sobre la situación del país”, según las palabras introductorias de la moderadora Bárbara Mainzer, presidenta de CFA Society Uruguay.

En su presentación, Siutto repasó los aspectos más destacados conseguidos por el país en materia macroeconómica en los años recientes. “Uruguay es un país muy estable. Esto es un factor muy importante para inversores de largo plazo. Esta estabilidad está correlacionada con los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo”, señaló el experto.

Apoyado en un extracto de la presentación país del Ministerio de Economía y Finanzas, Siutto destacó la calidad de la democracia local, la certeza jurídica y el bajo nivel de conflictividad social y de percepción de la corrupción. En tanto, a nivel de expectativas, mencionó que la proyección de contracción de la actividad de 4,2% prevista para este año “no es un mal número” en atención a la realidad internacional y los impactos del COVID-19, mientras que se espera un crecimiento de 3,7% en 2021 y de 2,5% en 2022 de acuerdo a a la encuesta de expectativas económicas del Banco Central del Uruguay.

Sobre esa recuperación, explicó que serán clave la inversión en infraestructura, la concreción de la planta de celulosa de UPM y que los sectores de actividad más afectados por la crisis del coronavirus se normalicen. También incidirán favorablemente, según Siutto, los cambios realizados en la ley de promoción de inversiones.

Por su parte, Hernández abordó los desafíos que enfrentarán los inversores en el futuro inmediato, con rendimientos reales decrecientes y un entorno cambiante producto de la pandemia.

“Vivimos una tendencia de rendimientos reales decrecientes, lo que es un gran desafío para promover buenas pensiones para el futuro. Esto no es algo nuevo para un país desarrollado, pero para nosotros, como para cualquier mercado emergente, es algo relativamente nuevo”, argumentó.

Si bien el año comenzó con algunas interrogantes y preocupaciones, como la posibilidad de perder el grado inversor debido al deterioro de las cuentas fiscales, el manejo de la pandemia realizado por el gobierno a partir de los primeros casos registrados en marzo fue “destacado por los economistas e inversores” que siguen a Uruguay, dijo Hernández.

Eso llevó a que con la actual situación se comenzara a pensar “que el control de la pandemia se transformó en una tesis de inversión”. “Creemos que el control pandémico podría llevar a que los activos locales obtengan mejores resultados”, afirmó.

Eso se debe a que las expansiones monetarias de la Reserva Federal de los Estados Unidos y otros bancos centrales establecen un entorno de rendimiento aún más bajo para la renta fija, a lo que se añade el hecho de que como el COVID-19 se convirtió en un riesgo de carácter global, hay menores probabilidades para que Uruguay afronte una rebaja en la calificación crediticia ya que un buen control de la pandemia implica menos apoyo fiscal en términos relativos a otros países.

De acuerdo a ese análisis, hay un escenario favorable para la deuda en moneda local uruguaya, lo que llevó a SURA a elevar la exposición a los activos locales, generando así, a través del manejo activo de las inversiones, retornos reales muy positivos para los clientes de AFAP SURA

En tanto, Ibarburu, centró su exposición sobre el impacto de la pandemia en el sector de infraestructura local y áreas vinculadas. “Uruguay es una oveja negra en la región en este contexto. El COVID-19 afectó marginalmente a la industria de la construcción”, afirmó.

Más allá de los efectos que tuvo la emergencia sanitaria en sectores del ocio, turismo y gastronomía, la caída en la construcción fue mucho menos acentuada y alcanzó a 1,9% en el segundo trimestre del 2020.

Con el déficit fiscal de 5,7% del PIB en los 12 meses a setiembre, Ibarburu evaluó que la inversión en infraestructura será la “víctima usual” en el presupuesto estatal, aunque se esperan para los próximos dos años proyectos de gran envergadura que impulsen a la construcción.

Para ello, concluyó, fue clave el desarrollo de nuevos instrumentos financieros como las Participaciones Público-Privadas (PPP) para responder a las necesidades de mayor infraestructura vial, entre otras.

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